sexta-feira, 29 de outubro de 2010

Néstor Kirchner

Cara a cara com Cristina na despedida de Néstor Kirchner



“Cara a cara con Cristina en la despedida de Néstor Kirchner

Miles de argentinos pasaron delante del ataúd con frases de aliento a la Presidenta y ofrendas para Kirchner. Los presidentes sudamericanos, incluso Lula en medio de la campaña electoral, asistieron al velatorio, donde hubo una fuerte presencia de los organismos de derechos humanos y figuras populares.

Por Martín Granovsky*

Muchos dijeron un grito que comenzaba mientras miraban hacia abajo y terminaba cuando levantaban la vista: “¡Fuerza, Cristina!”. Fue lo más escuchado. Otros dijeron, con la mirada hacia abajo, “Gracias, Néstor”. Y muchos, muchísimos, caminaron en silencio, llorando o con el gesto de asombro que provocan los muertos queridos. En medio del Salón de los Patriotas Latinoamericanos de la Casa Rosada estaba el ataúd cerrado color caoba con el cuerpo de Néstor Kirchner. Frente al ataúd, parada, pasó sus horas de ayer la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. El velatorio termina hoy a las 10. Después, Néstor Kirchner será enterrado en Río Gallegos, donde nació hace 60 años y salió dos veces: para estudiar Abogacía en La Plata y para asumir la Presidencia el 25 de mayo de 2003.

Como ninguna otra celebración de la política, porque un acto tiene una sola cara identificable, la del orador, el homenaje a Kirchner fue un infinito cara a cara con Cristina. Lo hizo cada uno de los miles que cumplieron las seis horas de cola para entrar a la Casa Rosada. Un cara a cara único para una Presidenta en uno de los momentos más dolorosos de su vida.

En ese cara a cara se terminaban los gritos de afuera (los “Andate, Cobos”) y también los cantitos (“Argentino, argentino/ soy soldado/ del pingüino”) porque era un momento personal en medio de un dolor colectivo. Una despedida del líder muerto y una palabra para su mujer, la Presidenta. Vestida de negro y con anteojos oscuros, Cristina estuvo casi todo el tiempo de la mano de su hija Florencia y sostenida por la sonrisa de su hijo Máximo. Muchas veces salió de su lugar para convertir una cara en abrazo, recibir un beso, esperar que un discapacitado terminase de decirle algo o guardarse una ofrenda.

A la izquierda hubo una guardia permanente de ministros, secretarios de Estado y gobernadores. Legisladores y viejos amigos se acercaron a saludar. Lo hicieron con cierto pudor, mientras comentaban entre susurros que no comprendían cómo podía tenerse en pie tanto tiempo.

Entendieron que era ella la que tenía que tomar la iniciativa de moverse. Si no, parecía existir un pacto tácito de no incomodar a Cristina. Quizás la explicación de tanta entereza frente al dolor fuese la carga emotiva del cara a cara incesante y heterogéneo: jóvenes, muchos y muchas sub-30, maduros y maduras, viejos y viejas, humildes y de clase media, con muletas o con bebés en brazos.

El Gobierno asistió en pleno. El gobernador bonaerense, Daniel Scioli, estuvo parado muchas horas junto al féretro. Otro referente clave del peronismo, el secretario general de la CGT, Hugo Moyano, abrazó a Cristina y conversó con ella. También pasaron dirigentes de la oposición, como el radical Ricardo Alfonsín, el PRO Mauricio Macri, el peronista federal Francisco de Narváez y Roberto Lavagna, ex ministro de Kirchner y asesor actual de Eduardo Duhalde. “Nos sacamos el sombrero frente a un militante”, dijo Alfonsín. “Venimos a poner el hombro”, dijo Rubén Giustiniani, del Partido Socialista. La senadora María Eugenia Estenssoro encabezó una delegación de la Coalición Cívica de Elisa Carrió. Felipe Solá expresó en un comunicado –tal vez el más explícitamente político del día– que “con la muerte de Kirchner todo cambia” y que “hay un discurso de campaña que termina”. Prometió colaboración a la Presidenta “para ayudar a que la Argentina no retroceda”.

Hubo una presencia permanente de los organismos de derechos humanos. Hebe de Bonafini, de Madres, Estela de Carlotto, de Abuelas, y Taty Almeida, de Madres Línea Fundadora, fueron algunas de las que, acostumbradas a tanto, superaron el pudor frente a Cristina.

Visto por la televisión, por la ubicación de la cámara principal el Salón de los Patriotas mostraba el ataúd, detrás Cristina, a un costado de la pantalla la imagen de Eva Perón y a otro lado la de Salvador Allende, que está en una cabecera cerca de Juan Perón. El cuadro de Allende debajo tiene la frase “La historia la hacen los pueblos”, tomada de su último discurso antes de morir. Evita está muy cerca de Hipólito Yrigoyen. A cada uno de ellos la muerte le llegó en momentos diferentes de su vida. Evita murió en su plenitud política.

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